4.08.2016

De los consejos que dio don Quijote a Sancho Panza

El alumnado de quinto de la mano de su profesora van a realizar una tertulia dialógica sobre parte de unos de los capítulos de la segunda parte del Quijote, en los que D Quijote le da a su fiel escudero Sancho algunos consejos para llevar un buen gobierno en la insula de Barataria.

Capítulo XLII (Segunda parte)
De los consejos que dio don Quijote a Sancho Panza antes que fuese a gobernar la ínsula, con otras cosas
bien consideradas

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En esto llegó don Quijote y, sabiendo lo que pasaba y la celeridad con que Sancho se había de partir a su gobierno, con licencia del duque le tomó por la mano y se fue con él a su estancia, con intención de aconsejarle cómo se había de haber en su oficio 1.
Entrados, pues, en su aposento, cerró tras sí la puerta y hizo casi por fuerza que Sancho se sentase junto a él, y con reposada voz le dijo:
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»Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey2, que si esto haces, vendrá3 a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra.
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»Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje4, y no te desprecies de decir que vienes de labradores, porque viendo que no te corres5, ninguno se pondrá a correrte, y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio. Inumerables son aquellos que de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria; y desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran. 
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»Siendo esto así, como lo es, que si acaso viniere a verte cuando estés en tu ínsula alguno de tus parientes, no le deseches6 ni le afrentes, antes le has de acoger, agasajar y regalar, que con esto satisfarás al cielo, que gusta que nadie se desprecie de lo que él hizo y corresponderás a lo que debes a la naturaleza bien concertada7
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»Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico8.
»Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre.
»Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo.
»Si acaso doblares la vara de la justicia9, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia.
»Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlas10 en la verdad del caso.
»No te ciegue la pasión propia en la causa ajena, que los yerros que en ella hicieres las más veces serán sin remedio, y si le tuvieren, será a costa de tu crédito, y aun de tu hacienda.
»Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros.
»Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.
»Al culpado que cayere debajo de tu juridición considérale hombre miserable11, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia.

Glosario: 1. Comportarse. 2. Ser consciente de quien es. 3. Hace referencia a una fábula de Esopo en la que el pavo real se enorgullece de sus plumas desplegadas sin fijarse en sus feos pies. 4. Procedencia.
5. Que no sientes vergüenza. 6. Lo eches, no lo recibas. 7. Harás lo que debes hacer. 8. Alegaciones.
9. Si no haces justicia, que no sea por haber sido sobornado. 10. No te acuerdes de la ofensa que sufriste. 11. Merecedor de misericordia.

Capítulo XLIII (Segunda parte)
De los consejos segundos que dio don Quijote
a Sancho Panza

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—En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio y que te cortes las uñas1, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel escremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña, siendo antes garras de cernícalo lagartijero2, puerco y extraordinario abuso.
»No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto3 da indicios de ánimo desmazalado4, si ya la descompostura y flojedad no cae debajo de socarronería, como se juzgó en la de Julio César5.
»Toma con discreción el pulso a lo que pudiere valer tu oficio, y si sufriere que des librea a tus criados6, dásela honesta y provechosa más que vistosa y bizarra, y repártela entre tus criados y los pobres: quiero decir que si has de vestir seis pajes, viste tres y otros tres pobres, y así tendrás pajes para el cielo y para el suelo; y este nuevo modo de dar librea no le alcanzan los vanagloriosos.
»No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería7.
»Anda despacio; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo, que toda afectación es mala8.
»Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago9.
»Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra.
»Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos ni de erutar delante de nadie.
—Eso de erutar no entiendo —dijo Sancho.
Y don Quijote le dijo:
Erutar, Sancho, quiere decir ‘regoldar’, y este es uno de los más torpes vocablos que tiene la lengua castellana, aunque es muy sinificativo; y, así, la gente curiosa se ha acogido al latín10, y al regoldar dice erutar, y a los regüeldos, erutaciones, y cuando algunos no entienden estos términos, importa poco, que el uso los irá introduciendo con el tiempo, que con facilidad se entiendan; y esto es enriquecer la lengua, sobre quien tiene poder el vulgo y el uso.
—En verdad, señor —dijo Sancho—, que uno de los consejos y avisos que pienso llevar en la memoria ha de ser el de no regoldar, porque lo suelo hacer muy a menudo.
Erutar, Sancho, que no regoldar —dijo don Quijote.
Erutar diré de aquí adelante —respondió Sancho—, y a fe que no se me olvide.
—También, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles, que, puesto que los refranes son sentencias breves, muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias.
—Eso Dios lo puede remediar —respondió Sancho—, porque sé más refranes que un libro, y viénenseme tantos juntos a la boca cuando hablo, que riñen por salir unos con otros, pero la lengua va arrojando los primeros que encuentra, aunque no vengan a pelo. Mas yo tendré cuenta de aquí adelante de decir los que convengan a la gravedad de mi cargo, que en casa llena, presto se guisa la cena, y quien destaja, no baraja, y a buen salvo está el que repica, y el dar y el tener, seso ha menester.
—¡Eso sí, Sancho! —dijo don Quijote—. ¡Encaja, ensarta, enhila refranes, que nadie te va a la mano! ¡Castígame mi madre, y yo trómpogelas11! Estoyte diciendo que escuses refranes, y en un instante has echado aquí una letanía dellos, que así cuadran con lo que vamos tratando como por los cerros de Úbeda. Mira, Sancho, no te digo yo que parece mal un refrán traído a propósito; pero cargar y ensartar refranes a troche moche hace la plática desmayada y baja12.

Glosario: 1.Los hidalgos tenían las uñas largas para demostrar que no trabajaban. 2. Ave rapaz. 3. roto.4. Descuidado. 5. Cicerón criticaba a Julio Cesar por llevar el cinturón caído. 6. Si dejas que tus criados vistan bien. 7. Por ser alimentos de pobres. 8. Presunción, falta de naturalidad. 9.Parte de él.
10. Gente fina. 11. Hacer lo contrario de lo que se aconseja. 12. Poco interesante, de poca calidad.









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