5.22.2016

Potro oscuro

Una de las últimas  producciones literarias de Miguel Hernández, fueron cuatro cuentos breves que escribió cuando estaba preso en Alicante, parece ser que estaban escritos en papel higiénico y están dedicados a su hijo Manuel Miguel, su compañero de cautiverio el maestro Eusebio Oca, los ilustró.
La siguiente animación está realizada a partir de estas ilustraciones de Eusebio Oca y narrado por Luis García Guardiola.

Una vez había un potro oscuro. Su nombre era Potro-Oscuro.
Siempre se llevaba a los niños y las niñas a la Gran Ciudad del Sueño.
Se les llevaba todas las noches,
todos los niños y las niñas querían montar sobre el Potro-Oscuro.
Una noche encontró un niño. El niño dijo:
Llévame, caballo pequeño a la Gran-Ciudad-del-Sueño!
—Monta!— dijo el Potro-Oscuro.
Montó el niño, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino a una niña. La niña
dijo:
Llévame, caballo pequeño,
A la Gran-Ciudad-del-Sueño!
Montó la niña, y fueron galopando, galopando,
galopando.
Pronto encontraron en el camino un perro blanco.
El perro blanco dijo:
Guado, guado, guaguado!
A la Gran-Ciudad-del-Sueño
quiero ir montado!
—Monta!— dijeron los niños.
Montó el perro blanco, y fueron galopando,
galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino una gatita negra.
La gatita negra dijo:
Miaumido, miaumido, miaumido!
A la gran-Ciudad-del-Sueño
quiero ir, que ya ha oscurecido!
—Monta!— dijeron los niños y el perro blanco.
Montó la gatita negra, y fueron galopando, galopando,
galopando.
Pronto encontraron en el camino una ardilla gris.
La ardilla gris dijo:
Llévenme ustedes, por favor,
a la Gran-Ciudad-del-Sueño,
donde no hay pena ni dolor!
—Monta!— dijeron los niños, el perro blanco y la
gatita negra.
Montó la ardilla gris, y fueron galopando, galopando,
galopando.
Galopando y galopando, hicieron leguas y leguas
de camino.
Todos eran muy felices. Todos cantaban, y cantaban,
y cantaban.
El niño dijo:
Deprisa, deprisa, Potro-Oscuro! Ve más deprisa.
Pero el Potro-Oscuro no quería ir deprisa!
El Potro-Oscuro iba despacio, despacio, despacio.
Había llegado a la Gran-Ciudad-del-Sueño.
Los niños, el perro blanco, la gatita negra y la ardilla
gris estaban dormidos. Todos estaban dormidos al
llegar el Potro-Oscuro a la Gran-Ciudad-del-Sueño.
Miguel Hernández.


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