Su autor el dramaturgo, poeta y periodista Manuel Bretón de los Herreros, vivió una larga y azarosa vida en la que no le faltaron aventuras.
Tenía un verso muy vivo y mordaz que me hace recordar a Quevedo y buena muestra de ello es este irónico poema (una redondilla), que dedicó a un vecino de apellido Mata, que era médico y con el que evidentemente no mantenía una relación muy amistosa.
A la pereza
¡Qué dulce es una cama regalada!
¡Qué necio, el que madruga con la aurora,
aunque las musas digan que enamora
oír cantar un ave la alborada!
¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada
reposar una hora, y otra hora!
Comer, holgar..., ¡Qué vida encantadora,
sin ser de nadie y sin pensar en nada!
¡Salve, oh Pereza! En tu macizo templo
ya, tendido a la larga, me acomodo.
De tus graves alumnos el ejemplo
me arrastra bostezando; y, de tal modo
tu estúpida modorra a entrarme empieza,
que no acabo el soneto... de per...
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