9.26.2012

Día de Roald Dahl

 Durante los meses de  septiembre, octubre y noviembre todos los países de habla hispana, promoverán la exploración de la obra de Roald Dahl dentro y fuera de las aulas.
El 13 de septiembre se declaró como el “Día Roald Dahl”, coincidiendo con el día de su nacimiento.ya conocéis mi predilección por este autor, de hecho en este blog lo encontramos a través de su maravillosa obra en distintas secciones, por lo que no es de extrañar que modestamente nos sumemos al mismo. Pero como siempre digo el mejor homenaje que podemos hacer a un escritor es disfrutarlo, aquí incluimos un fragmento de su poema "La rana y el caracol".
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Todo empezó en Escocia: en el arranque
estaba yo jugando en el estanque.
Allí, sin calcetines ni zapatos,
me suelo yo pasar mis grandes ratos.
Ayer, mientras jugaba, de repente,
vino alguien y dijo amablemente:
"Amigo, buenos días, ¿cómo estás?"                                                     
Yo me volví a mirar qué había detrás
y vi una rana colosal, gigante,
una rana de un verde deslumbrante.
La rana preguntó: "¿Qué te parezco?
¿No vas a decir nada? ¿No merezco
que admires estas patas? ¡Son tan finas!
¿Y has visto mi color? Dime, ¿qué opinas?
Seguro que jamás viste en tu ida
una rana tan verde y distinguida."
Le dije la verdad, que parecía
la hermana de mi madre, tía Lucía.
"Seguro que a tu tía gano en salto.
Seguro que mi salto es el más alto."
Vamos, sube a mi espalda, que te invito
a que vengas a darte un paseíto."
Trepé sobre su espalda y ¡aj, que cosa!
estaba fría, rígida y viscosa.
"Agárrate bien fuerte, amigo mío,
porque voy a saltar con todo brío".
Y ¡vaya si saltó!, ¡menudo salto!
jamás me vi tan lejos, ni tan alto.
Volamos tan arriba y de tal suerte
que pensé que saltaba hacia la muerte.
Silbaban y zumbaban mis oídos;
los ojos me lloraban, escocidos...
Me sujeté con fuerza. Saltó más.
"Rana, guapita, dime adónde vas..."
Y la rana me dijo sonriente:
"De momento viajamos hacia oriente",
y luego presumió: "¿Te maravillas?
Cada salto que doy son veinte millas".
Habíamos viajado sin parar
desde el norte de Escocia hasta llegar
a las rocas de Doveer, que son blancas,
y la rana bajó y posó sus ancas:
"Esa franja de mar que ves tan ancha
es el canal que llaman de la Mancha.
La costa de este lado es Inglaterra
y aquello que esta allí, aquella otra tierra
que está en la orilla opuesta, pues es Francia.
Y no lo digo yo por arrogancia,
pero yo pego un brinco desde aquí
y sólo en un momento estoy allí".
"Yo veo peligroso y arriesgado",
le dije, "un salto así, de lado a lado.
No me gusta la idea de acabar
en el fondo del mar, no se nadar..."
La rana no me oyó, no me escuchó,
nada de lo que dije le importó.
Las ranas no hacen caso, les da igual
lo que pueda decirles un chaval.
Así que fue y saltó, ¡y era volar!
¡La rana y yo saltamos sobre el mar!
Roald Dahl
Como imagino que os gustará seguir leyéndolo lo encontraréis en Poemas y Canciones de Roald Dahl de la Editorial Alfaguara.

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