Otro de sus contemporáneos que criticó abiertamente su obra fue el escritor de “La Regenta” Leopoldo Alas “Clarín”, en sus críticas literarias del periódico “El Imparcial”.
Galdós, como hemos destacado ya de algún que otro gran escritor, se preocupaba bastante poco de su aspecto externo, casi siempre vestía de forma desaliñada y en tonos oscuros. En invierno, acostumbraba a usar una larga bufanda blanca de lana y siempre portando un puro a medio fumar.
Era muy tímido y modesto, le gustaba pasar desapercibido y no soportaba hablar en público.
También era conocida su grandísima memoria, era capaz de recordar capítulos enteros del Quijote, lo cual unido a sus admirables dotes de observación contribuyó, sin duda, a consagrarlo como el gran novelista que es.
Nunca le dio importancia al dinero, lo cual le hizo padecer estrecheces económicas toda su vida, murió pobre y ciego, a pesar, de haber ganado mucho dinero con sus obras literarias.
Según cuenta Ramón Pérez de Ayala, en una ocasión un editor le propuso comprar los derechos de las dos primeras series de sus “Episodios Nacionales” nada menos que por 500000 pesetas de la época, pero el autor de “Fortunata y Jacinta” le contestó: “¿Vendería usted a su hijo?”.
Otro capítulo que nos ilustra la forma de ser del creador de “Tristana”, nos lo narra también Pérez de Ayala, en él nos cuenta como a primero de mes acudían a su casa o lo abordaban por la calle, numerosos pobres a los que el bueno de don Benito, socorría con generosidad, estando él en una situación económica difícil, acuciado por las deudas.
Hablaba francés e inglés y era un gran amante de la música, llegando a hacer crítica musical.
Padeció a lo largo de su vida frecuentes migrañas.
Galdós, como hemos destacado ya de algún que otro gran escritor, se preocupaba bastante poco de su aspecto externo, casi siempre vestía de forma desaliñada y en tonos oscuros. En invierno, acostumbraba a usar una larga bufanda blanca de lana y siempre portando un puro a medio fumar.
Era muy tímido y modesto, le gustaba pasar desapercibido y no soportaba hablar en público.
También era conocida su grandísima memoria, era capaz de recordar capítulos enteros del Quijote, lo cual unido a sus admirables dotes de observación contribuyó, sin duda, a consagrarlo como el gran novelista que es.
Nunca le dio importancia al dinero, lo cual le hizo padecer estrecheces económicas toda su vida, murió pobre y ciego, a pesar, de haber ganado mucho dinero con sus obras literarias.
Según cuenta Ramón Pérez de Ayala, en una ocasión un editor le propuso comprar los derechos de las dos primeras series de sus “Episodios Nacionales” nada menos que por 500000 pesetas de la época, pero el autor de “Fortunata y Jacinta” le contestó: “¿Vendería usted a su hijo?”.
Otro capítulo que nos ilustra la forma de ser del creador de “Tristana”, nos lo narra también Pérez de Ayala, en él nos cuenta como a primero de mes acudían a su casa o lo abordaban por la calle, numerosos pobres a los que el bueno de don Benito, socorría con generosidad, estando él en una situación económica difícil, acuciado por las deudas.
Hablaba francés e inglés y era un gran amante de la música, llegando a hacer crítica musical.
Padeció a lo largo de su vida frecuentes migrañas.
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