4.16.2009

Certamen Literario Día del Libro

MARÍA Y LA CASA ENCANTADA
Esta es la historia de María, una niña muy simpática y muy buena que vivía en París. Una tarde María estaba jugando con el ordenador, cuando escuchó el timbre de la puerta. Eran sus amigos que la llamaban para que se fuera con ellos a jugar a la pelota. María le pidió permiso a sus padres para poder ir con sus amigos. Sus padres le dejaron ir pero tenía que regresar a casa a las 8:00. Estaban todos jugando cuando Juan le pegó una patada tan fuerte al balón que la mandó al cristal de la espeluznante mansión. De ella salió la anciana que habitaba en ella. La anciana dijo que no pasaba nada y los invitó a tomar galletas y refrescos. Los chicos no rechazaron la oferta, sobre todo Thomas y Andrés, que eran los más comilones.
Entraron por el portón que era de madera de pino, con inscripciones noruegas. En la entrada había una gran escalera de caracol, color marrón oscuro, desgastado y también otra escalera que llegaba hasta el sótano. María, todavía sorprendida porque esa viejecita que antes les gritaba y les quitaba sus cosas, ahora les estuviese dando galletas y refrescos.
En el salón había una gran mesa y un tresillo. Sobre el tresillo había dos gatos negros con los ojos tan grandes y brillantes como la luna. Eran las ocho menos diez y María tenía que irse tal como le había prometido a sus padres. Cuando María y sus amigos se disponían a salir por la puerta uno jaula cayó sobre ellos. ¡La vieja era una bruja y convirtió a Juan en una estatua de hierro!.
Cogió la jaula y la bajó hasta el sótano. Estaba húmedo y oscuro, al fondo se veía una luz, era la de la caldera. La bruja encendió una luz. Había muchos cadáveres de niños. Ismael vio una llave inglesa. Intento llegar hasta ella, pero no llegaba. Todos los niños intentaron llegar, pero no podían alcanzarla...
Hasta que llegó el turno de María. Ella si la alcanzó. Así pudieron romper el cerrojo.
Estuvieron merodeando por todo el sótano.
Los niños habían encontrado un cuarto también oscuro como todos los demás.
Había una mesita de caoba y sobre ella había una daga con una inscripción: ”Si a la bruja quieres matar, esta daga le has de clavar”.
Los niños subieron a la primera planta, pero no estaba. Así pues, subieron por la escalera de caracol. Cada peldaño que pisaban la escalera chirriaba como si se fuera caer. En una habitación yacía la bruja durmiendo, María empuñó la daga y armada de valor se la clavó en el corazón y se convirtió en polvo. Los niños encontraron una habitación con todos los objetos que la bruja les arrebató. Llamaron a sus padres para que fueran a recogerlos. Los niños le contaron todos a sus padres y pocos días después todo fue agua pasada.
(Iván Delgado González, 5º C)

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