2.02.2009

Eduardo Galeano publica 'La resurección del papagayo'

Recuperamos esta entrada antigua como homenaje al recientemente desaparecido Eduardo Galeano.

El escritor hispanoamericano Eduardo Galeano, que tantas injusticias sobre su tierra ha denunciado en sus escritos, ha publicado "Historia de la resurrección del papagayo". Este libro infantil está basado en una leyenda popular brasileña.
Destacan sobremanera las ilustraciones de Antonio Santos, que construye los personajes e incluso la ráfagas del viento, con esculturas que luego pinta y fotografía. Está editado por la exquisita editorial Libros del Zorro Rojo.
Reproduzco el precioso texto, que seguro que os va a entusiasmar y hacer pensar. Merece la pena conservar el libro, vuelvo a repetir también por la originalidad de sus ilustraciones.
Historia de la resurrección del papagayo
El papagayo se cayó en la olla que humeaba.
Se asomó, se mareó y cayó.
Cayó por curioso, y se ahogó en la sopa caliente.
La niña, que era su amiga, lloró.
La naranja se desnudó de su cáscara
y se la ofreció de consuelo.
El fuego que ardía bajo la olla
se arrepintió y se apagó.
Del muro se desprendió una piedra.
El árbol, inclinado sobre el muro,
se estremeció de pena,
y todas sus hojas se fueron al suelo.
Como todos los días, llegó el viento
a peinar el árbol frondoso y lo encontró pelado.
Cuando el viento supo lo que había ocurrido,
perdió una ráfaga.
La ráfaga abrió la ventana,
anduvo sin rumbo por el mundo
y se fue al cielo.
Cuando el cielo se enteró
de la mala noticia, se puso pálido.
Y viendo al cielo blanco,
el hombre se quedó
sin palabras.
El alfarero de Ceará quiso saber.
Por fin el hombre recuperó el habla,
y contó que el papagayo se había ahogado
y la niña había llorado
y la naranja se había desnudado
y el fuego se había apagado
y el muro había perdido una piedra
y el árbol había perdido las hojas
y el viento había perdido una ráfaga
y la ventana se había abierto
y el cielo se había quedado sin color
y el hombre sin palabras.
Entonces el alfarero reunió toda la tristeza.
Y con esos materiales, sus manos
pudieron renacer al muerto.
El papagayo que brotó de la pena
tuvo plumas rojas del fuego
y plumas azules del cielo
y plumas verdes de las hojas del árbol
y un pico duro de piedra y dorado de naranja
y tuvo palabras humanas para decir
y agua de lágrimas para beber y refrescarse
y tuvo una ventana abierta para escaparse
y voló en la ráfaga del viento.
(Eduardo Galeano)

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