La verdad es que no soy partidario del aluvión de días conmemorativos con que últimamente nos vienen obsequiando. Más bien, creo que todos los días deben ser propicios para respetar la naturaleza, los derechos humanos, la no violencia contra la familia ni contra nadie, o cualquier otra causa justa y loable.Pero sírvanos de excusa este día, para recordar al gran poeta, prosista (recordemos sus memorias recogidas en su obra “La arboleda perdida”) y dramaturgo Rafael Alberti.
En palabras de otro insigne poeta, Pablo Neruda, Alberti significa el esplendor de la poesía en la lengua española.
Era de sobra conocida su gran generosidad, cualquier admirador que se le acercara con la intención de recibir un autógrafo, acabaría seguramente con alguna de sus famosas palomas o ángeles (su primera vocación fue la pintura) decorando su libro. Es conocido también, que su casa de Roma, estuvo siempre abierta a cuantos se acercaron a visitar al autor, y no siendo buena su situación económica, que nunca lo fue, regalaba generosamente sus pinturas.
Posiblemente perdió el Premio Nobel de Literatura de 1977, que según parece se pensó en otorgárselo conjuntamente con Vicente Aleixandre, al presentarse como diputado (aun sin tener aspiraciones políticas) en la incipiente democracia española, cuando regreso del exilio. Es muy famosa la frase que pronuncio al regresar a España: “Me fui con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta, en señal de concordia entre todos los españoles”.
Aunque sí que obtuvo el no menos prestigioso Premio Cervantes.
El autor de “Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos”, estuvo activo hasta una edad muy avanzada, y para ser alguien que no le gustaba viajar en automóvil, recorrió España varias veces con sus famoso recitales de poesía (tenía una memoria admirable), no solo suya, sino de sus contemporáneos de la Generación del 27 y otros grandes poetas y amigos.
Siendo muchos los poemas de Alberti que no dejan a nadie indiferente, me atrevo a reproducir algunos versos de uno, que nos descubre el escaso apego del escritor de “Marinero en tierra” por lo material e inducirnos a reflexionar sobre la verdadera riqueza de la vida.
Balada de la bicicleta con alas
A los cincuenta años, hoy, tengo una bicicleta.
Muchos tienen un yate
y muchos más un automóvil
y hay muchos que también tienen un avión.
Pero yo,a mis cincuenta años justos, tengo solo una bicicleta.……………………………………………………………………………….
Ahora soy nada más que un desterrado.
Y a miles de kilómetros de mi hermoso país,
con una pipa curva entre los labios,
un cuadernillo de hojas blancas y un lápiz
corro en bicicleta por los bosques urbanos,
por los caminos ruidosos y calles asfaltadas
y me detengo siempre junto a un río,
a ver como se acuesta la tarde y con la noche
se le pierden al agua las primeras estrellas.
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Yo sé que tiene alas.
Que por las noches sueña
en alta voz la brisa
de plata de sus ruedas.
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(De “Otras Baladas y Canciones”, en “Baladas y Canciones del Paraná”)
Aprovechad, hoy como cualquier otro día, y acercaos a la obra de Alberti y disfrutad.
Entre su numerosa obra poética, podemos destacar:
- Marinero en tierra.
- El alba del alhelí.
- Cal y canto.
- Sobre los ángeles.
- Entre el clavel y la espada.
- Roma, peligro para caminantes.
En teatro:
- El adefesio.
- El hombre deshabitado.
- Noche de guerra en el Museo del Prado.
» Pedro Díaz Salido, profesor del Centro y Coordinador del Proyecto 'Lectura y Biblioteca'
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