4.30.2014

Romance amoroso



  
Romance amoroso
¿Callaré la pena mía,
o publicaré el dolor?
Si la callo, no hay remedio,
si lo digo, no hay perdón.
De cualquier suerte se pierden
alas de cera: ¿es mejor
que las humedezca el mar,
o que las abrase el sol?
¿Qué me aconsejas, Amor? 

De un instrumento acordado
al dulce doliente son,
¿será su piedad más sorda
que el infierno, que lo oyó?
Al son, pues, deste instrumento,
¿intimaréle, al albor,
quejas que beba su oído
en el cristal de una voz?
¿Qué me aconsejas, Amor? 

Con las centellas del alma
que ofrecen mis ojos hoy
(templada su actividad,
desmentido su color),
¿será bien que de tus alas,
no digo la más veloz,
sino la más dulce pluma
la acuse tanto rigor?
¿Qué me aconsejas, Amor?

Niño dios, tú me aconseja,
que bien podrás, pues sé yo
lo que ignoras como niño
que lo sabes como dios;
oráculo de ti mismo,
desatar, no sólo, no,
mis dudas, pero aun el hielo,
sabrás, de su corazón.
¿Qué me aconsejas, Amor?

Luis de Góngora y Argote


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